El sentido de las cosas, y las cosas sin sentido

Verdaderamente he cogido la costumbre de buscarle el sentido a las cosas. Esto hace de mi vida algo realmente interesante, porque buscas por defecto el sentido de las cosas y, por ende, encuentras que hay muchas cosas que no tienen sentido.
De igual forma obtienes la medida de todo, porque si algo no tiene sentido, permítanme que abuse del adjetivo, ¿por qué se ha ejecutado? Y es ahí donde llegamos a una clara y evidente dicotomía; o se hace por alguna razón (de mayor o menor peso), o se hace por pura inercia. “Algo habrá que hacer ¿no?”, diría algún directivo.
Llegamos pues a las razones de fondo, a la coherencia personal o empresarial, al sentido de las cosas para que todo tenga sentido. Me recuerda al famosos libro de Viktor Frankl, El hombre en busca de sentido, que ahora sería el título perfecto para un libro de Liderazgo o Managament. Es decir, nos aproximamos al ¿para qué? Y esto en si mismo no es un dilema, es una pista clara que nos lleva a detectar porqué empresas lideres lo son, y del porqué de las seguidoras.
Cuando una empresa importante, con reputación, prestigio y musculo financiero, se mueve por impulso, es decir, por inercia, no es de extrañar que en cualquier momento aparezca una empresa competidora que la ponga en aprietos, o incluso la saque del mercado (me viene a la cabeza el caso de Nokia cuando Apple llamó a la puerta)
Otras, sufren una dinámica parecida a pesar de ser sectores muy diferentes, adquieren malos hábitos derivados de patrones repetitivos o estacionales, quizás por ser sectores de temporada (por ejemplo el Retail) donde las planificaciones son repetitivas y las sorpresas, por decirlo así, no van más allá de las provocadas por la operativa diaria, y por el cumplimiento o no de los objetivos de ventas. Pero a nivel estratégico, son conceptualmente inexistentes. Clayton Christensen, uno de los mayores expertos en Innovación, lo tenía claro “Las empresas fracasan porque siguen haciendo bien lo que ya no tiene sentido hacer.”
Las empresas que quieran liderar el S.XXI, serán aquellas que lideren con un propósito, con un sentido, que les permita diferenciarse del resto, aportando innovación y dejando huella, o dicho de otra forma, dejar un legado.
No es fácil acompasar crecimiento y liderazgo sin tener una visión clara de hacia dónde queremos ir. Tener claro el camino es previo a la toma de decisiones estratégicas, pero nos deberíamos preguntar ¿qué elementos disparan la capacidad de las empresas para liderar su propio futuro? La respuesta está en la innovación, como “elemento principal”, sobre el que pivotan todos los demás, porque sin innovación no es posible liderar, e incluso una posición dominante no será tal sino se innova.
La iO (Innovación Orgánica) ha nacido para esto, para construir empresas que quieran liderar su propio futuro, más allá de frágiles liderazgos de mercado. La Innovación Orgánica genera empresas también orgánicas, consistentes y con sentido estratégico, empresas que “respiran” en un entorno competitivo, abiertas a la innovación y la creatividad, donde la cultura de empresa impulsa y promueve el conocimiento, que se desarrolla implementando una innovación mantenida y potenciada, como eje principal y estratégico.
Me inclino a pensar en lo formidable que sería para cualquier directivo saber que su empresa dispone de una estrategia con sentido, inspirada en una innovación orgánica, que se desarrolla en la empresa porque forma parte de su cultura, siendo consustancial a su ADN. Empresas con propósito, que no solo compitan sino, mejor aun, que crean su propio futuro.
Empresas Orgánicas que respiran Innovación...Orgánica.
¿Crees que tu empresa tiene un propósito claro y basado en la innovación?¿Qué opinas sobre el concepto de Innovación Orgánica?¿Sabes lo que es?
David Muñoz
Managing Partner
MFt studio
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